La genética es compleja y se asocia a una gran variedad de polimorfismos en diferentes genes, además, en el desarrollo del proceso referido interfieren diversas citocinas proinflamatorias y varias estirpes celulares.
Al coincidir las agravantes del medio con una herencia biológica susceptible es más probable la gestación de una inflamación crónica y el inicio del padecimiento.
La artritis reumatoide tiene una prevalencia de alrededor del uno por ciento y en el grupo caucásico se presenta en dos o tres mujeres por cada hombre, en personas entre los 50 a 65 años.
En Latinoamérica el índice es de 2.7 a 2.8 por ciento y empiezan a experimentarlo los cuadragenarios, con siete u ocho personas de género femenino por cada una del masculino.
Los síntomas principales son el dolor e inflamación poliarticular o simétrica, especialmente en manos y pies.
“Para diagnosticarse se toma en cuenta la suma de los indicios médicos y los resultados de laboratorio y gabinete, con el fin de determinar si se trata de artritis matutina o en más de tres articulaciones, o si se manifiesta en ambos lados del cuerpo o en los nódulos reumatoides”, abundó Pascual Ramos.
La especialista indicó que se consideran como elementos clave para enfrentar la enfermedad un diagnóstico y tratamiento oportuno, el manejo por un especialista, individualización, seguimiento periódico y adaptación a la realidad de la práctica clínica.
En México existe una pandemia de obesidad que afecta a la población general y a pacientes con enfermedades reumatológicas, pues el tejido adiposo parece funcionar como un órgano aberrante que condiciona un estado proinflamatorio y una disminución de la vigilancia inmunológica.
Ante esta situación, Pascual Ramos recomienda incluir un tratamiento contra el síndrome metabólico y el exceso de peso corporal.